[vc_custom_heading text=»La capacidad de asignar capital financiero migraría de los bancos a la Fed» font_container=»tag:h2|text_align:left|color:%23ffffff» use_theme_fonts=»yes»]

Hace unos días, conocimos sobre el interés de la Reserva Federal por desarrollar el dólar digital como CBDC (Central Bank Digital Currency), con el inocente objetivo de tener mayor competitividad financiera local e internacional. También, descubrimos que las autoridades monetarias de USA están avanzadas (muy avanzadas) y que (muy probablemente) ya estarían dentro de un calendario ajustado para su funcionamiento legal. Parece una simple evolución tecnológica y muy atractiva. Sin embargo, tras esa comodidad fantástica se esconde un serio riesgo que implica una gran amenaza para la soberanía financiera de los pueblos. Se trata de someter a las naciones bajo una dictadura total, no solo para obtener ingresos, sino que para controlar y restringir los recursos que las personas disponen, en función del «comportamiento ciudadano» comprometido con la agenda globalista en plena expansión. Como la misma Catherine Austin Fitts nos advirtió y que publicamos en el video de «El Jardín de Gema», de febrero de 2022 (si no lo viste aún, recomiendo su vista una vez terminado el presente artículo).

[vc_custom_heading text=»Contexto político» use_theme_fonts=»yes»]

Una orden de la actual administración de USA, acerca de un dólar digital, ha reforzado la labor que la Reserva Federal (Fed) está desarrollando. Sin embargo, la Fed no ha llegado a alguna conclusión clara. Está dentro de un plazo que se cumplirá hacia mayo de 2022 para determinar la factibilidad de emitir una CBDC.

Mas allá de lo que la Fed o la Casa Blanca determinen, el dólar digital no influiría mucho sobre la conducción de las materias financieras. Excepto si la Fed utiliza las políticas para destruir la estructura monetaria y a la banca, tal como existen actualmente. Eso es posible.

[vc_custom_heading text=»Argumentos a favor» font_container=»tag:h3|text_align:left|color:%238224e3″ use_theme_fonts=»yes»]

Los «CBDC lovers» (que por cierto los hay) del dólar digital, emocionados, indican argumentos a favor:

a) una moneda digital haría que las transacciones fueran más fáciles de operar y eficientes;

b) protección del papel del dólar como principal moneda de reserva mundial, especialmente del yuan digital del Partido Comunista Chino;

c) reduciría la inequidad, ofreciendo una alternativa a aquellos que actualmente no están bancarizados (esta la venimos escuchando hace rato como «inclusiva»);

d) enfrentaría los efectos nocivos de las criptomonedas (esta también es tan vieja como hilo negro 😀 )

e) ofrece mayor competencia al mercado monetario.

Cabe recordar que cualquier CBDC es una moneda centralizada, pero aún así, los adoradores  del CBDC señalan que el dólar que usamos hoy ya ha sido digital durante mucho tiempo. Los cheques de pago se depositan directamente en cuentas bancarias completamente en formatos digitales, al igual que las devoluciones de impuestos y los «cheques de ayudita cov!d» del gobierno.

Así, todas las grandes transacciones están digitalizadas. Los cheques en papel y órdenes de pago, solo autorizan cambios digitales de una cuenta a otra. Las personas pueden administrar sus fondos en dólares vía Internet, cuando lo necesiten. Las tarjetas de crédito y débito consisten en transacciones digitales. Etcétera.

[vc_custom_heading text=»Argumentos en contra» font_container=»tag:h3|text_align:left|color:%2367e224″ use_theme_fonts=»yes»]

Por su parte, era que no, los CBDC haters acusan que:

a) La CBDC incrementa demasiado los poderes de vigilancia del gobierno central;

b) otorga al gobierno poder sobre la asignación de capital financiero en toda la economía. En el fondo, el Estado puede decidir arbitrariamente quien tiene y quien no tiene derecho a mantener dinero en su cuenta personal (wallet, billetera).

La centralización acecha peligrosamente la libertad personal; la soberanía financiera, en fin, cada cual puede intuir lo que un Estado «custodio» de todo el dinero de la economía es capaz de hacer.  Claro, como un «mono con navaja».

[vc_custom_heading text=»Espejito, espejito…» font_container=»tag:h3|text_align:left|color:%2367e224″ use_theme_fonts=»yes»]

Los CBDC lovers aducen el argumento de que el partido comunista chino ya opera con el yuan digital, con más de 100 millones de billeteras digitales estatales. Por lo tanto, es lógico que los estadounidenses deben quedar al día respecto a esta tecnología, para aprovechar mejor sus beneficios.

Insisten que ya el dólar tiene aplicaciones digitales muy desarrolladas a nivel mundial. Un solo click puede enviar dólares a cualquier parte del mundo. También es factible de operar en diversos mercados de inversiones de modo simplificado y express, haciendo de las operaciones algo más conveniente, fácil e instantáneo.

Este dólar digital, además, permitiría hacer frente a esta amenaza comunista china del yuan digital en el mercado monetario, como principal reserva internacional.

El argumento sobre la inclusión de aquellos que no pueden acceder a la banca, también es muy discutible, porque en USA es relativamente sencillo acceder a una cuenta bancaria. Más aún, tal vez el recelo sobre la intromisión del Estado en la información de las cuentas, pueda ser contraproducente y motivar un desincentivo al uso del dólar digital.

Por este mismo hecho, el Bitcoin y otras criptomonedas se verían masivamente demandadas, gracias a que mantiene cierta reserva acerca del manejo financiero individual. La privacidad es un tema fundamental para toda persona y eso, al menos en los países no comunistas, es algo que no se transa con el Estado. Las libertades son libertades.

En cuanto a la mayor competencia monetaria, cabe decir que ya existen decenas, cientos y miles de instrumentos financieros y monedas que conforman el mercado financiero internacional. Solo la moneda comunista digital centralizada es la manzana podrida que amenaza todo el ecosistema. Usted sabe lo que es un «caballo de Troya».

[vc_custom_heading text=»El secreto banc**********» font_container=»tag:h3|text_align:left|color:%2367e224″ use_theme_fonts=»yes»]

Si bien, las autoridades pueden acceder a las redes digitales ya existentes, la legislación vigente evita que el Estado se entrometa directamente en las cuentas de los ciudadanos. El dólar digital podría colocar los registros de las transacciones a plena disposición de los burócratas del gobierno, para los fines que ellos estimen convenientes (para ellos).

El dólar digital puede provocar la distorsión financiera, porque los estadounidenses trasladarían sus cuentas corrientes a las nuevas plataformas estatales, haciéndose de la información de los bancos y las bases de datos de los movimientos los clientes.

El escenario probable daría a la Fed la capacidad de asignar capital financiero, migrando desde los bancos a la Fed, creando un gran riesgo, haciendo que la clase política, vía los poderes del Estado, se entrometieran en la dirección económica y administración financiera de la nación de modo absolutamente arbitrario. Es decir, si al gobierno se le ocurre expropiar los fondos porque si, lo hará. Como ya sabemos, se han cometido cosas abominables antes.

Esta amenaza a la soberanía financiera de los «americanos» supone una pérdida del control de fondos; la sumisión a los mandatos directos del Estado, de modo ejecutivo instantáneo y una exacerbada vigilancia, con la consecuente pérdida de privacidad individual.

El precio por adquirir la condición de «digital» del dólar es demasiado alto. La sola palabra digital hace que actúe como un «santo y seña» de programación mental para algunos que sucumben automáticamente con la sola pronunciación de las sílabas de esa palabra: «DIGITAL».

Es cierto que el sistema bancario actual no está dando el ancho ni la profundidad para competir con la veloz evolución de las tecnologías financieras de las «cryptos», DeFi por ejemplo. Sin embargo, saltar a un medio ambiente «digital» porque si, resulta un acto demasiado arriesgado como para dar un salto «atrás» y perder lo que hoy se tiene sobre las libertades y derechos financieros.

Muy probablemente, al ciudadano de los Estados Unidos de América no le guste la idea de vivir bajo el imperio de un crédito social. Para llegar a eso, antes deberían perder su primera y segunda enmiendas constitucionales.

Finalizando este artículo, hace un momento me enteré de que hemos sido castigados por youtube, con un segundo strike, porque no cumplimos con «THE GREAT NARRATIVE» de la plandemia global. Nuestros videos no monetizan. Pero pienso que si estuviéramos bajo el sistema  del crédito social del partido comunista chino, nos habrían descontado un % del Ingreso Básico Universal desde la wallet de CBDC, por nuestro atrevimiento. Si, tal como acusaba la filósofa sueca años atrás: «How dare you??».  El nuevo decálogo globalista: «No dudaréis de la agenda 2030».

Si tenemos que soportar a corporaciones abusadoras y totalitarias, ¿se imaginan tener que soportar a burócratas corruptos y degenerados en la billetera?