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Los siete principios de la economía blockchain

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Los siete principios de la economía blockchain

Satoshi Nakamoto creó una de las tecnologías más disruptivas del siglo XXI. Su intención era poner el poder del dinero en manos de las personas, de los ciudadanos de cada país, para que generaran y transferieran valor entre los usuarios de bitcoin sin la necesidad de intermediarios que pudieran socavar sus derechos a la libertad, privacidad y seguridad.

A pesar de esto, la blockchain vino acompañada de una serie de principios implícitos clave, no declarados por Nakamoto, para el desarrollo de las empresas y de los gobiernos,  así como de la sociedad en general.

Estos principios propuestos por Don y Alex Tapscott en su libro La revolución blockchain son el resultado de diversas conversaciones, libros blancos, diálogos en foros y encuentros con diversos tipos de personas, quienes han deseado compartir sus percepciones sobre cómo perciben la tecnología blockchain.

La intención de estos principios es guiarnos para reconfigurar —transformar— nuestras instituciones y economía y, desde ahí, a toda la sociedad. Tambien pretenden orientarnos al momento de crear software, servicios, bienes, modelos de negocio, mercados, organizaciones y gobiernos a través del uso del protocolo fiable: la tecnología blockchain.

Esto nos habla de un nuevo diseño del presente que impactará en el futuro, lo que impactará definitivamente en la era de la economía digital global.

Los principios a los que estos dos autores hacen referencia son:

  • Integridad en la red
  • Poder distribuido
  • El valor como incentivo
  • Seguridad
  • Privacidad
  • Derechos preservados
  • Inclusión

Integridad en la red

Este principio es clave al momento de trabajar con la blockchain, ya que nos plantea que la confianza es intrínseca a esta tecnología. Según Tapscott y Tapscott (2017):

La integridad está cifrada en todas y cada una de las etapas del proceso y distribuida, y no depende de cada miembro individualmente. Los participantes pueden intercambiar valor directamente, confiados en que los demás actuarán con integridad (p. 34).

Esto se debe al hecho que la integridad viene acompañada de honradez de palabra y acción, consideración hacia los demás, responsabilidad por nuestras decisiones y actos, además de transparencia en nuestros acciones.

Por las particularidades tecnológicas de la blockchain, ir en contra de esta integridad es prácticamente imposible o podría generar una gran inversión de esfuerzo, tiempo, dinero y reputación.

La intención de este principio es solventar el problema del doble gasto sin la necesidad del tercero de confianza. Es decir, dejar constancia que cuando usamos dinero digital para pagar  bienes y servicios entre pares (P2P) no podamos volver a usar el mismo dinero para cancelar otros bienes y servicios. El dinero debe salir de un sitio y llegar al otro, sin que exista en los dos al mismo tiempo ni mucho menos en varios.

En la actualidad para evitar esto, intervienen las agencias de giros postales, bancos, gobiernos, compañías de tarjetas de crédito y plataformas de pago en línea, quienes supervisan y controlan nuestras acciones, identidad y reputación.

Pero con la tecnología blockchain esto no será necesario debido a la descentralización y distribución de la información, al uso de la criptografía inmersa en el proceso, aunado al consenso establecido por el protocolo, lo cual genera confianza entre los actores involucrados en una relación P2P dentro de una economía digital global.

La confianza es la condición sine qua non de la economía digital, y una plataforma que permite la colaboración segura y fiable de mucha gente encierra grandes posibilidades de conseguir una nueva forma de organización social (p. 39).

Poder distribuido (descentralización)

La blockchain tiene la particularidad que su poder está distribuido en una red de iguales sin que haya un ente central que controle el proceso. Esto implica que ninguno de los involucrados puede alterar el sistema —apagarlo o dominarlo—. Si lo intentara sería visto por todos. Incluso, si por alguna razón la mayoría de los nodos de la red se apaga, el resto todavía puede seguir procesando transacciones gracias a la descentralización del poder.

Una red blockchain solo puede ser controlada si por lo menos se logra concentrar el 51% de su capacidad de procesamiento, lo cual es sumamente costoso por la inversión de tiempo, recursos y energía que requiere, lo que indica que los costos son superiores a los beneficios. De lograrse esto, el proyecto se vería perjudicado por la pérdida de confianza de sus miembros, pierdiendo su valor para la comunidad.

Esto elimina la capacidad de ejercer control contra la voluntad de todos o la mayoría de los involucrados, por lo que todos deben apegarse a las reglas de consenso establecidas por el protocolo, más aún si deben invertir muchos recursos —equipos y electricidad— por los que recibirán una recompensa. Esto genera incentivos para mantener y proteger la blockchain.

Este tipo de tecnología defiende a la red y su comunidad de la injerencia arbitraria de terceros —empresas o gobiernos—, evitando atentar contra los intereses de la misma. Esto se debe a que la blockchain reside en todas partes, no le pertenece a nadie, sino a todos, por lo que todos son responsables de la misma y su óptimo funcionamiento.

Al ser así, también permite que las acciones se ejecuten de forma trasparente y sean visibles por todos para su verificación y validación.

En otras palabras, este es el poder de la descentralización: “… poder informático distribuido que proporciona poder humano distribuido y colectivo” (p. 40).

Beneficios:
  • Modelos de creación de riqueza nueva y distribuida.
  • Formas de colaboración entre iguales para resolver problemas sociales.
  • Solucionar crisis de confianza y de legitimidad de las instituciones al pasar poder real a los ciudadanos, dando verdaderas oportunidades para prosperar y participar en la sociedad.

El valor como incentivo

La blockchain transaccional genera una criptomoneda como bitcoin u otro token de valor como un incentivo para los involucrados (mineros) en sostener y proteger la red, además de ser un reflejo de su reputación, la cual ahora se puede rentabilizar.

Satoshi escribió: «Por norma, la primera transacción de un bloque es una transacción especial que da comienzo a una nueva moneda que pertenece al creador del bloque. Esto constituye un incentivo para que los nodos sostengan la red» (p. 41).

La idea es premiar a los que trabajan en la cadena de bloques para mantener la integridad de esta, lo cual permitirá que las acciones que estos ejerzan a partir de las reglas de consenso estipuladas por el protocolo beneficie al sistema en su conjunto.

De esta manera, los actores involucrados se sentirán persuadidos a comportarse de forma correcta, ser fiables para la comunidad, invertir en buenos equipos, usar energía eléctrica y mantener un registro actualizado de la blockchain. Incluso, buscarán evitar que otros con malas intenciones perjudiquen a la red.

Es así como la reputación es un aspecto central en esta tecnología si se desea ser parte de la cadena de incentivos. Esto convierte a los mineros en una especie de inversionistas que financian el desarrollo de la cadena de bloques.

Seguridad

Un aspecto que a todos preocupa cuando se hace una transacción es que los datos involucrados sean vulnerados. Esto no ocurre en el caso de la blockchain, ya que su existencia se ancla obligatoriamente en el uso de la criptografía asimétrica para mantener la confidencialidad de nuestra identidad y la seguridad de las transacciones al tener que usar únicamente dos claves o llaves: una pública (para encriptar) y otra privada (para desencriptar).

Además de esto, es bueno saber que gracias a la encriptación de los datos todo lo que queda registrado en la cadena de bloques es auténtico, lo que implica que no puede ser falsificado, eliminado o manipulado por ninguna vía. En otras palabras, las transacciones son inmutables e irreversibles.

En los inicios de la era de internet e incluso hoy en día es posible hablar cada año de las abrumadoras cifras de pirateo, robo de identidad o de información, fraude, ciberacoso, correo basura (SPAM), programas maliciosos, entre otros, y cómo socavan la seguridad individual y colectiva. La blockchain viene justamente a solventar esta tremenda brecha.

Nuevamente se trata de recobrar la confianza, transparencia e integridad de las relaciones sociales, pero ahora sin la necesidad de terceros de confianza como gobiernos o empresas. Las personas en su relación directa entre sí, aun sin conocerse, pueden llevar a cabo cualquier acción digital desde distintos puntos del planeta y confiar que los acuerdos que se transen entre las partes se podrán ejecutar, almacenar y gestionar sin menoscabo de ninguna de las partes involucradas.

Por su puesto, es importante recordar que dada la ausencia de terceros encargados de administrar la seguridad de nuestros datos y transacciones, la responsabilidad de las claves, en especial la privada, reposa en nuestras manos. En otras palabras, nosotros somos nuestro propio banco.

Privacidad

Gracias a la invención de Satoshi Nakamoto, ya no hace falta conocer la verdadera identidad de los actores participantes al momento de interactuar entre ellos, ya sea por los motivos de seguridad antes mencionados, pero también porque somos nosotros los que debemos tener el poder de decidir qué, cómo, cuánto y cuándo compartimos con otros nuestros datos personales.

En este punto es fundamental recordar que la privacidad es un derecho humano fundamental para construir una sociedad libre.

No debe ser potestad de otros gestionar nuestra identidad digital e información personal, sobre todo cuando la misma se encuentra centralizada y gestionada desde servidores privados y, por lo tanto, controlada por estos, quedando nosotros a merced de intereses particulares. Este hecho es evidente con la aparición de internet, momento desde el cual se ha acumulado una cantidad impresionante de información confidencial a partir de cada dato registrado y “migajas” que dejamos en la web.

Esto se configura en nuestra huella digital, aquella que permite que terceros puedan conocernos mejor que nosotros mismos. Incluso, en ocasiones esta información se recoge sin nuestro consentimiento y en otras otorgando permiso al firmar el Acuerdo de Términos y Condiciones al momento de usar una aplicación o acceder a los servicios de una plataforma.

Este hecho es más delicado cuando están involucradas agencias de seguridad gubernamental o privada y empresas de publicidad, análisis de datos u otras que acceden, usan y manipulan esta información con fines políticos o económicos dentro de lo que se llama la sociedad de la vigilancia.

Con la blockchain esto no ocurre. Al respecto Tapscott y Tapscott (2017) dicen lo siguiente:

En el sistema blockchain los participantes pueden elegir mantener un cierto grado de anonimato en el sentido de que no necesitan asociar ningún otro detalle a su identidad ni guardar esos detalles en una base de datos central… En el sistema blockchain no hay tesoros de información personal. Los protocolos de este sistema nos permiten elegir el nivel de privacidad que queremos en cada transacción o entorno. Nos ayuda a administrar mejor nuestras identidades y nuestra interacción con el mundo (p. 47).

Derechos preservados

Con la blockchain aparece por primera vez la oportunidad de contar con el derecho a la propiedad de cualquier tipo de forma transparente y legítima, sin que terceros puedan vulnerar el mismo desde una base de datos central. Esto implica un respeto y reconocimiento de nuestras libertades individuales.

Por ejemplo, con internet es posible crear, registrar y compartir nuestras obras intelectuales —poemas, canciones, historias, fotografías, grabaciones de sonido, vídeo, entre otras—, pero debemos confiar en terceros que gestionen y administren estas creaciones, incluyendo las transacciones para remunerar dichas obras. Esto puede significar vulnerar nuestra libertad de expresión, reputación y participación equitativa en el mundo digital.

Con la cadena de bloques esto se vuelve innecesario, ya que el control y gestión de nuestras creaciones, así como el manejo de los incentivos recibidos, reposa de forma absoluta en nuestras manos. La relación con el creador y su obra se hace de forma directa con aquellos interesados en acceder a la misma.

En otras palabras, todo lo que hacemos y asentamos en la blockchain como propiedad real o intelectual no podrá ser controlada, negociada, gestionada o representada por terceros, ni mucho menos suprimida. Hablamos de crear un proceso de desintermediación, es decir, sin la necesidad de intermediarios, en donde nadie puede negociar con lo que no es de él. Esto incluye la imposibilidad de suprimir el derecho a la expresión —censura—, asociación o religión.

Inclusión

La economía funciona mejor cuando funciona para todos. Eso significa eliminar obstáculos que dificulten la participación. Significa crear nuevas plataformas que hagan posible un capitalismo distribuido, no simplemente un capitalismo redistribuido (p. 52).

Aclaremos algo, a pesar de la gran cantidad de tecnología disponible y que cada vez más personas tienen acceso a ella con respecto a épocas pasadas, todavía sigue siendo desigual su acceso y distribución. Hecho que también se evidencia en el sistema financiero y las oportunidades económicas. Vivimos en el momento histórico de mayor generación de riqueza, pero también de más desigualdad social.

Al usar la blockchain todo esto puede cambiar, al permitir que más personas participen en el sistema financiero, ya que no se requiere cuenta bancaria, certificado de ciudadanía, partida de nacimiento, dirección domiciliaria o moneda local estable. El sistema blockchain abarata muchísimo los costes de girar dinero, facilita el tener una “cuenta bancaria”, invertir y fomentar la empresa, así como la participación en el comercio global, sin tener que acceder al sistema financiero tradicional.

Esto se aplica para países con condiciones económicas favorables, pero sobre todo a aquellos donde el desarrollo es desigual, estando en manos de Estados corruptos y fallidos con gran inflación y devaluación de su moneda. Ello permite que dichos gobiernos puedan manejar nuestro dinero y economía dado el control que ejercen a través de sus bancos centrales.

Al poder crear y gestionar nuestro propio dinero digital gracias a lo que ofrece la cadena de bloques desde lo tecnológico, pero también en sus conceptos de descentralización y distribución del valor, y por lo tanto, de la riqueza, nadie puede acceder, bloquear o manipular nuestros fondos.

Esta particular y única circunstancia da pie para fomentar un desarrollo más equitativo para fomentar la inclusión que conlleva a la prosperidad económica.

Los principios aquí tratados son una aproximación al pensamiento de Don y Alex Tapscott, con el fin de reflexionar sobre aquellos aspectos a considerar al momento de crear la siguiente generación de empresas, organizaciones e instituciones innovadoras y de alto rendimiento, una tecnología que es disruptiva en su concepción y uso como una nueva forma de organización y contrato social.

FUENTE

Tapscott, D. y Tapscott, A. (2017.) La revolución blockchain. Barcelona, España: Centro Libros PAPF, S. L. U.

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