Poco conocidos por la mayoría de la gente, los Derechos Especiales de Giro (Special Drawing Rights, SDR) son instrumentos de moneda artificial, creado por el Fondo Monetario Internacional, para usarlos con fines de contabilidad interna.

El valor del SDR se calcula a partir de una cesta ponderada de las principales monedas, incluido el dólar estadounidense, el euro, el yen japonés, el yuan chino y la libra esterlina.

La tasa de interés del SDR (DEG) proporciona la base para calcular la tasa de interés que se cobra a los países miembros cuando solicitan préstamos del FMI y se paga a los miembros por sus posiciones acreedoras remuneradas en el FMI.

Los SDR se asignan en función del monto de las cuotas de cada país miembro. Cuanto mayor sea el monto de la cuota, mayor será la asignación de SDR que recibirá un país. En general, las economías más fuertes tienen cuotas más altas.

Los SDR se pueden utilizar para el cambio por otras monedas, el reembolso de préstamos, el pago de obligaciones, promesas, el pago de intereses sobre préstamos o el pago de aumentos en los montos de las cuotas.

La importancia de los SDR

Los SDR se formaron con la visión de convertirse en un elemento importante de las reservas internacionales, y el oro y las monedas de reserva formarían un componente incremental menor de dichas reservas. Esto consistía en reservas de oro del banco central o del gobierno y monedas extranjeras aceptadas a nivel mundial que podían usarse para comprar la moneda local en los mercados de divisas para mantener un tipo de cambio estable.

Sin embargo, la oferta internacional de dólar estadounidense y oro (los dos principales activos de reserva) no fue suficiente para respaldar el crecimiento del comercio mundial y las transacciones financieras relacionadas que estaban teniendo lugar. Esto llevó a los países miembros a formar un activo de reserva internacional bajo la dirección del FMI.

En 1973, pocos años después de la creación del SDR, el sistema de Bretton Woods implosionó, trasladando las principales monedas al sistema de tipo de cambio flotante. Con el tiempo, los mercados internacionales de capital se expandieron considerablemente, lo que permitió a los gobiernos solventes tomar préstamos. Esto hizo que muchos gobiernos registraran un crecimiento exponencial de sus reservas internacionales. Estos acontecimientos disminuyeron la importancia del SDR como moneda de reserva mundial.

Además de actuar como activo de reserva auxiliar, y aunque su importancia ha disminuido, el SDR es la unidad de cuenta del FMI. Su valor, que se resume en dólares estadounidenses, se calcula a partir de una cesta ponderada de las principales monedas:

La idea de una moneda global se remonta a John Maynard Keynes, mediante la unidad de cuenta de su propuesta Unión de Compensación Internacional. Ha habido tres emisiones de SDR: la inicial, en 1970-72, de 9.300 millones de SDR; el segundo, en 1979-81, de 12.100 millones; y una tercera, en 2009, de 182.700 millones de SDR.

Este último incluía USD 21.500 millones, que habían sido aprobados en 1997; pero que nunca habían entrado en vigor, así como una nueva asignación de SDR USD 161.200 millones (equivalentes a 250.000 millones de dólares) como una de las medidas para gestionar la crisis financiera internacional.

Históricamente, los SDR han representado sólo una pequeña fracción de las reservas mundiales: el 8,4% de las reservas no auríferas en su punto máximo en 1972 y menos del 3 por ciento en los últimos años. Sólo los bancos centrales y unas pocas organizaciones internacionales pueden poseer SDR. En la práctica, los SDR son utilizados principalmente por los bancos centrales de los países en desarrollo para pagar a otros miembros del FMI, además de servir como unidad de cuenta del FMI.

Una ventaja básica de los SDR es que pueden utilizarse durante crisis financieras mundiales como instrumento de política monetaria internacional, como se hizo en 2009. Pero los SDR también podrían emitirse de manera más sistemática y anticíclica. Varios economistas han estimado que, como complemento a otros activos de reserva, el FMI podría emitir entre 200.000 y 300.000 millones de dólares en SDR anualmente.

La principal limitación al uso de SDR es la división entre los recursos generales del FMI y las cuentas de SDR, que limita el uso de SDR a pagos entre bancos centrales. Si se consolidaran las dos cuentas, sería posible dar un paso más y financiar los programas del FMI con los SDR que se han asignado, permitiendo así que la creación monetaria global tenga lugar de manera similar a como los bancos centrales crean dinero interno. Esta sería la reforma más importante del sistema y haría eco de las propuestas hechas hace cuatro décadas por el eminente economista del FMI Jacques Polak. La forma más sencilla sería tratar los SDR que los países tienen como “depósitos” en el FMI, que luego la institución podría prestar a los países necesitados.

Tal uso de los SDR requeriría un cambio en el Convenio Constitutivo, que creó la división entre los recursos generales y las cuentas de SDR. Por supuesto, también requeriría que todos los bancos centrales siguieran comprometiéndose a recibir SDR como medio de pago, que es lo que le da el carácter de dinero global.

De este modo, los SDR complementarían los aumentos de cuotas y eliminarían la dependencia del financiamiento del FMI de los “acuerdos para obtener préstamos” y las líneas de crédito bilaterales, ninguno de los cuales son verdaderos instrumentos multilaterales.

La canalización del FMI, un destello del futuro…

La mayor asignación de SDR realizada por el FMI hace tres años inyectó 650.000 millones de dólares de reservas y liquidez en las economías del mundo, mientras enfrentaban el C19.

Las economías avanzadas, con posiciones externas sólidas, obtienen SDR además de reservas ya sustanciales. Su parte de la asignación de SDR, unos 350.000 millones de dólares, en muchos países permanece en cierto sentido “inactiva”, porque los países ya están bien protegidos. Si se pueden canalizar desde aquellos países miembros, económicamente más fuertes para apoyar a los países de ingresos bajos y medios, se podrían proporcionar beneficios reales a los países que más lo necesitan, según el mismo FMI.

Desde 2021; el Grupo de los Veinte (G20) y otros países miembros, económicamente más fuertes, han prometido voluntariamente más de 100.000 millones de dólares de estas reservas.

El FMI maneja mecanismos para la canalización a gran escala de estos recursos, con la intención de endeudar a los países, a través de dos instrumentos de préstamo: el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza (PGRT) y el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad (RST). Estos fideicomisos facilitan el apoyo a los países de bajos ingresos que enfrentan catástrofes o necesidades.

Desde el C19, el FMI ha proporcionado alrededor de 30.000 millones de dólares en préstamos sin intereses a 56 países pobres, a través del mecanismo PRGT. Ese financiamiento es una fuente de apoyo a las políticas y a la balanza de pagos, para hacer frente a tragedias o urgencias críticas, como las crisis alimentarias en Malawi y Haití. También, apoyando programas que implican reestructuraciones de deuda, como en Chad y Zambia. Para el FMI, esto ayuda a restaurar la estabilidad macroeconómica, fortaleciendo las instituciones económicas.

Canalizando los SDR y otras contribuciones, el FMI afirma que mejora las condiciones para satisfacer las necesidades de los países miembros de bajos ingresos, aumentando la deuda a través del PRGT a USD 40 mil millones durante el período 2020-24. Esto significa casi cinco veces el promedio histórico.

En tanto, el RST, creado hace un par de años, es el primer mecanismo para que el FMI proporcione financiamiento asequible a largo plazo, que facilita a los países abordar defectos o mejoras estructurales como el cambio climático y la preparación para otro C19. Los miembros del FMI están manejando sus SDR, proporcionando canalización y otras contribuciones por un total de 41.000 millones de dólares al fideicomiso, que se espera que contribuya a cubrir un financiamiento estimado de 29.000 millones de dólares.

El FMI indica que la canalización de SDR está en marcha, a través del PRGT y el RST. Ese respaldo es especialmente oportuno. El pronóstico de crecimiento a mediano plazo es el más bajo en décadas, en medio de catástrofes y amenazas cada vez más profundas. Como la inflación sigue elevada, las tasas e interés están a punto de permanecer altas por mayor tiempo, presionando aún más a los prestatarios.

Muchos países todavía sufren los nefastos impactos económicos del C19. Además, existen múltiples amenazas globales, incluidas la inseguridad alimentaria y el cambio climático, tragedias que necesitarán préstamos del FMI. Aquí vemos las intenciones de comandar los préstamos desde los organismos supranacionales, por sobre la soberanía de las finanza nacionales. Los recursos asignados son exclusivamente para financiar una agenda del terror.

Incluso, al interior del FMI se sigue debatiendo sobre cómo ampliar aún más la canalización de SDR en beneficio de los PRGT y RST. Existen las promesas de varios miembros en las Reuniones Anuales, considerando un relativo e incierto panorama internacional.

El WEF (como siempre) se anima: “La visión que esbozamos es decididamente optimista porque vale la pena luchar por un futuro mejor. Para lograr un futuro positivo en el metaverso industrial, las empresas deberán tomar sus propias decisiones que se ajusten a su cultura y estrategia. Esto requerirá un nuevo pensamiento de los tomadores de decisiones en la industria, el gobierno y la sociedad para dar forma activa a cómo evolucionará y se gobernará un metaverso industrial para garantizar que progrese en beneficio de la industria y la sociedad en general”. Claro, si el mismo WEF reconoce que educan a los jóvenes líderes de los países y luego penetran a los gabinetes y otras estructuras de poder nacionales, para gobernar en favor de intereses corporativos globales, en desmedro de las naciones.

Algunas anotaciones al margen

Según el FMI, el uso más activo de los SDR tendría tres ventajas adicionales. Primero, extendería a todos los países el señoreaje (porcentaje que se cobra por producir dinero) generado por la emisión de una moneda global. Segundo, reduciría la demanda de reservas de divisas por parte de los mercados emergentes y las economías en desarrollo como “autoseguro”. Ambas ventajas mejorarían si hubiera un acuerdo para tener en cuenta factores, además de las contribuciones de cuotas para aumentar la participación de las economías en desarrollo en las asignaciones de SDR. Tercero, haría que el sistema monetario internacional fuera más independiente de la política monetaria estadounidense.

El SDR fue un instrumento que fue presentado en 1969 para complementar las reservas internacionales en oro y dólares de USA, lo que resulta extraño, considerando la situación económica internacional de las naciones.

Reflexiones Finales

Mientras la mayoría de las economías locales sufren los estragos de un cocktail desgraciado de desempleo, inflación, altas tasa de interés, desindustrialización, reducción de tasas de natalidad, aparición indiscriminada de tecnologías que incrementan aún más las tasas de paro, los endeudamientos brutales derivados de la catástrofe del C19, guerras espontáneas (Ucrania, Gaza), vacunaciones desesperadas, reducción de la producción, del ingreso y de las oportunidades para las personas, especialmente en los países occidentales.

Por cierto, la retórica del FMI sobre la canalización de los SDR, mediante el PRGT y el RST, para presentarlo especialmente oportuno, deja más dudas que certezas, recordando la justificación de la obra “The Great Reset”, que latamente hemos destacada en este sitio, ya por años.

Preparar este instrumento para afrontar catástrofes como un nuevo C19 o el cambio climático, ya es muy extraño, considerando que existen millones de preocupaciones muy importantes para las naciones ahora mismo y hacia el futuro.

¿Será posible que para toda tragedia que inunda los MainStream Media sea catalogada como una “oportunidad”? Si es el caso, ya suena a la famosa dialéctica hegeliana.

La conexión con la agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible es innegable. Pero nos podemos preguntar, con justa razón, si realmente esta agenda puede funcionar sobre un mundo que está siendo arrasado por parte de las bíblicas 7 plagas, generadas por los organismos supranacionales y amplificadas por medios masivos de comunicaciones y redes sociales, que actúan como una iglesia de los últimos tiempos, del Sagrado 1984.

Para entender mejor la nueva estructura financiera global, se hace necesario entender sobre los SDR. Es solo una de las bases del nuevo sistema financiero internacional.