El control y la monetización sobre aquello que se posee es un bien muy preciado que ha acompañado al ser humano a lo largo de su historia. Esto es un hecho que se ha dado de forma ininterrumpida desde que apareció la propiedad, pero mucho antes que eso el dinero como tecnología, representación, abstracción y comunicación del valor, sea este adjudicado a un bien o servicio. Economías como la esclavitud, el feudalismo o el capitalismo son solo algunos testimonios al respecto.
Es un modo de vida que ha impactado en la lucha de algunos seres humanos por hacerse con este control, y por lo tanto, poder. En cambio para otros ha sido una constante búsqueda por construir sociedades cada vez más descentralizadas basadas en la democracia y autonomía individual desde una visión más libertaria. Esto último, con el fin de fomentar la igualdad y distribución de la riqueza en beneficio de un colectivo que cada vez demanda ostentar el control material y económico sobre sus propias creaciones vistas como propiedad intransferible.
Este hecho es muy evidente en la actual era digital, una época en la que se crean cantidades ingentes de contenido y datos a través de Internet. Aquí vemos a un grupo selecto de corporaciones (Google, Facebook, Amazon, etc.) hacerse con el control de lo que crean y comparten los usuarios a través de sus plataformas, con el fin de monetizar con estos a través de los bienes o servicios que ofrecen. Muchos podrían pensar que es un intercambio justo cuando lo que se da a cambio de los datos es gratuito y de calidad. Esto implica otorgar la posesión de nuestros datos como un bien digital con el que se pueda negociar con terceros interesados en esta información para diversos fines: publicidad dirigida, ingeniería social, vigilancia, etc.
Esto se puede apreciar en las redes sociales centralizadas como Facebook, Instagram y Twitter, por solo mencionar a tres de las más poderosas del mercado.
Ciertamente es un modelo de negocios rentable que ha generado lucro para unos pocos en “perjuicio” de muchos; esto último es relativo dependiendo que quién y cómo lo mire. La realidad es poliédrica, es decir, tiene múltiples rostros, por lo que no todos percibimos las cosas de la misma manera.
A pesar de esto, hay cada vez más consciencia por parte de muchos usuarios, emprendedores, desarrolladores de aplicaciones y plataformas, entre otros, sobre la necesidad de descentralizar el poder, el control y la riqueza entre todos los participantes de un entorno digital.
De esta forma la blockchain como tecnología y filosofía, aunado a las dApps y contratos inteligentes como recursos de comunicación e intercambio de valor, permiten fomentar una nueva era llena de alternativas que buscan beneficiar a todos los involucrados de la forma más equitativa y justa posible al momento de crear y compartir contenido en las redes sociales.
Redes sociales descentralizadas
En este escenario es importante recordar que redes como Mastodon y GAB ya han dado un paso hacia la descentralización sin el uso de la blockchain a través de las comunidades federadas, lo que les otorga una cierta democracia y autonomía sujeta a reglas para la interacción social. Es decir, es un modelo no lucrativo que permite a todos los participantes ser parte de una comunidad que busca la libertad y el control sobre sus datos, sin que estos sean usados por terceros para censurar o monetizar con ellos.
En este tónica, Twitter también desea embarcarse en un nuevo modelo de interacción social y negocios basado en la descentralización, hecho anunciado por su CEO Jack Dorsey en diciembre del 2019.
Sin embargo, hay otros proyectos de redes sociales más centrados en la blockchain, quienes plantean la posibilidad de que sus usuarios puedan crear y compartir valor, el cual será recompensado en la medida que este aporte algo significativo a la comunidad que interactúe con el contenido. Tal es el caso de las redes basadas en la blockchain de STEEM: Steemit (blog), DTube (videos), APPICS (tipo Instagram) y DLive (tipo Twitch). Las dApps de Ethereum: Sapien y Peepeth (microblogging). Las dApps basadas en el protocolo/software de EOSIO: MurMur (microblogging), Chirp (microblogging) y Karma (tipo Instagram).
Dependiendo de la red social, algunas almacenan en la blockchain el contenido creado y compartido por sus usuarios, pero también las transacciones que se realizan cuando a un miembro de la comunidad se le otorga una recompensa según la calidad del contenido que comparte con los demás miembros. Tal es el caso de las redes sociales antes mencionadas.
Otros en cambio pueden usar la blockchain solo con este último fin, mientras que los datos se almacenan en dispositivos centralizados. En este último caso una de las redes sociales más emblemáticas es Minds, la cual se erige como la competencia directa de Facebook y sustenta las transacciones de su token sobre la blockchain de Ethereum.
Este entorno social es todavía experimental y en desarrollo dada la corta vida de estos proyectos, algunos ya de cuatro años como en el caso de Steemit, otros en cambio con poco más de un año, como los de EOS.
A esto se debe aunar que la misma tecnología blockchain que los soporta también está en desarrollo, lo que implica que todavía se pueden producir fricciones por causa de su infraestructura tecnológica, inestabilidad en las aplicaciones, entre otros aspectos de orden social.
Retos en la era de la descentralización social
Hay que recordar que mientras más descentralizado sea un proyecto blockchain obtenemos mayor libertad, autonomía y control de gestión sobre nuestro dinero, así como sobre lo que generamos y compartimos a través de la inmutabilidad dada por la protección de datos que ofrece esta tecnología. Esto sin dejar de lado la autorregulación ejercida por la comunidad de usuarios sin la intromisión de terceras partes que centralicen el proceso. De esta manera se anula la censura impuesta por los algoritmos y decisiones unilaterales de las actuales redes sociales, reduciendo, a su vez, la publicidad dirigida.
Todo esto supone una nueva forma de intercambiar información y valor, crear contenido e interactuar en la web, mientras que abre la oportunidad de fomentar un entorno social más transparente, que conecte a las personas con sus comunidades e intereses de una nueva forma, buscando reducir los vicios dados por cuentas falsas, granjas de clics, bots, fake news, entre otros.
Sin embargo, ello genera más retardos en los avances y respuesta ante dificultades técnicas que se puedan presentar dado lo complejo del software/protocolo de la blockchain en las redes sociales descentralizadas. Esto se debe, por un lado, a que no hay un único punto de fallo que se deba atender para solventar de forma rápida y efectiva algún inconveniente de orden tecnológico. Por el otro, a la gobernanza que obliga a la toma de decisiones por parte de la mayoría de los participantes para poder avanzar en la mejor dirección posible según los intereses y necesidades de la comunidad; esto siempre y cuando la red social tenga la gobernanza como modelo de vida. Sin olvidar la necesidad de contar con un financiamiento constante para el sostenimiento y desarrollo tecnológico, lo que implica recursos materiales y humanos.
El periodista Lorenzo Dalvit, en su artículo Social network and blockchain: the state of the art, agrega otras fricciones que deben ser atendidas.
En otras palabras, son los aspectos tecnológicos y sociales los que más influyen en el avance de una red social descentralizada basada en blockchain.
A todo esto hay que añadir que por el momento muchos usuarios de las redes sociales descentralizadas persiguen intereses de índole económica, más que ingresar y colaborar en un nuevo entorno social en donde participen de forma activa en la creación e intercambio de valor.
Por el momento, la descentralización desde las redes sociales es un proyecto en construcción que no ha ganado tracción en una gran mayoría de usuarios todavía anclados en los ya antiguos modelos de negocio sobreexplotados. Claro está, es difícil salir de una zona de confort a la cual podemos estar acostumbrados, ya sea por arraigo o por los servicios que ofrecen, mucho más atractivos por el momento, aun a sabiendas que hay otras redes sociales en las que podemos obtener mayor libertad, control e incluso monetizar nuestro contenido con activos digitales.
Ello implica un reto para todos los que participamos en un ecosistema donde la descentralización es el norte como modelo de interacción social en internet, uno en el que se requiere liberar a la red de redes y ponerla en manos de sus usuarios, para que sean ellos los que decidan cómo desean construir esta red, la cual fue en principio creada con este fin, antes de convertirse en un entorno cada vez más centralizado basado en un modelo de negocios en donde los usuarios no son el cliente, sino el producto.
Han sido muchas las tentativas que desde hace tiempo se vienen trabajando para lograr esto desde el llamado software libre, proyectos como la Fundación Mozilla, Electronic Frontier Foundation, los cypherpunks, entre muchos otros. Y más recientemente con la blockchain y la futura web 3.0. Sin embargo, todavía queda mucho por aprender, construir, mejorar y experimentar en este complejo universo lleno de retos y posibilidades llamado descentralización, que no solo es una filosofía, sino también un camino, modelo y esperanza de crear una nueva realidad social, humana y cultural.